EL FIN DEL MUNDO
El fin del mundo? ¡Acojona…o no?
Desde que tengo uso de razón oigo hablar de «el fin del mundo», tal, y como lo conocemos. La primera fecha que se barajó en mi existencia, rondaba por la década de los sesenta -uno ya tiene sus canas- y me dejó pensativo para el resto de mis dias.
Luego, con el paso del tiempo, el escepticismo se va a dueñando de la realidad, y se pasan determinados temores a otro plano. Ya por el desdén, ya porque hay cosas más cercanas en las que pensar, se tiende a soslayar estos temas, digamos científicos, para dedicarnos de pleno a la vorágine de la supervivencia. O sea, a vivir como locos. Por supuesto, antes de que llegue el fin del mundo
Pues bien; cuando se estrenó la peli 2012, acudí con mi novia al cine, para darnos un baño de tormentas solares y cosas por el estilo.
¡Sobrecoge! ¡Acojona! Ver en la gran pantalla los efectos causados por el astro rey sobre nuestro planeta, de veras que asusta. O sea, que el fin del mundo no se presenta siempre de la misma manera.
Ya había tenido ocasión con «el dia después» (guerra nuclear) y «el dia de mañana» (cambio climático) de volver a pensar en serio en una debacle global, pero «2012» (tormenta solar definitiva) las superó a todas.
Quizá por la cercanía. Pero salimos del cine y ponemos las noticias, y ¡no me digais que no son escalofriantes!
Las remata, el vertido que se originó en Hungría los dias pasados (ver imagen aquí)
¿No se asemeja al apocalipsis?
De veras veritatis, que da para pensar… ¿o no?