Carnaval permanente
Asi, en un estúpido carnaval permanente, nos vemos por esta puta pandemia.
Porque es curioso como, los rostros cubiertos con mascarilla no dejan ver las expresiones. Exactamente igual que en carnaval, solo que con distinto tono. Allí es en clave de humor, y aquí en clave de prevención con un tinte muy fuerte de estupidez.
La estupidez que raya en la gregaridad, porque a todos nos parece que si somos muchos, nos juntamos tipo rebaño y vamos como verdaderas ovejas ¡¡estamos salvados!! Ja, ja, y ja. Eso, añadiéndole la creencia subconsciente del «salvados por la mascarilla» Ahí nos encontramos permanentemente con un estado de carnaval puro y duro.
Por ejemplo en el super de costumbre: estás cogiendo una bolsa para la fruta, y te aparece una mano por encima del hombro para agarrar otra. Cuando -cabreado, como no- miras de soslayo, allí ves la cara con una suprema estupidez apenas disimulada por la mascarilla. Y te dan ganas de gritar para que te oiga todo el mundo: NO NOS ENTERAMOS DEL TEMA DE LA DISTANCIA DE SGURIDAD…¡NO…GILIPOLLAS? Claro, como lleva la mascarilla, pues ya no importa nada más…
Yo confieso que los carnavales -aunque personalmente el carnaval no me atrae demasiado- tienen un sentido en el disfraz, el jolgorio y el divertimento en general. Las gentes encuentran en eso un esparcimiento necesario para eliminar tensiones o problemas de cualquier tipo. ¡Pero… el dar a la mascarilla protectora de posibles virus sean cual sean, una importancia suprema, ya, me parece sacado de quicio.
¿Que no es importante? Pues claro que si. Es importante en cuanto a «filtrar» la respiración por boca o nariz. De ahí a cubrir el resto de peligros, va un abismo.
Pero tengo el firme convencimiento, que las personas con las caras tapadas actúan de una manera peculiar. Algo en sus cabezas se mueve en sentido contrario. No se el qué, pero estoy seguro de ello. Lo que nos lleva a vivir un CARNAVAL PERMANENTE.